miércoles, 5 de agosto de 2009

Juan Carlos - Carlos Juan


Un pelotudo en México le puso por nombre a su hijo “Brhadaranyakopanishadvivekachudamani Erreh Muñoz”…

Después, un pendejo de 19 años en Inglaterra se cambió su nombre original por el de “Capitán Fantástico Más Rápido Que Superman, Batman, Wolverine, Hulk y Flash Juntos”…

Digo yo, que pasó con los “Juan Carlos”. Porque si hay algo argentino, como el asado, el dulce de leche, la birome y el colectivo (que para mí, que el colectivo es argentino es un verso), es el nombre Juan Carlos.

Ya sé que estos casos ocurrieron en otros países, y que hay Juanes Carlos en otros países, como el Rey Juan Carlos de España. Pero no importa.

Digo yo, ¿por qué no Juan Carlos? Y este no es un tema menor, es complicado, porque, por otro lado, ponerle Juan Carlos a un hijo es decirle, desde el momento en que nace “no me interesás, arreglátelas como puedas, yo ya hice mi parte, ahora es problema tuyo, si no te gusta jodete, chau, me voy a comer un asado con mis amigos para festejar tu llegada”.

Porque ponerle Juan Carlos es como vestirlo de gaucho, es bien propio, pero también es eludir la responsabilidad de pensar un nombre mejor y distinto (pero sin caer en la boludez de los nombres de más arriba).

Repasemos este diálogo entre la pareja que espera a su hijo, o que tiene a su hijo recién nacido, y deben decidir cómo llamarlo:

(Mujer) – ¿Cómo le vamos a poner?

(Hombre) – No sé

(Mujer) – Y ¿qué te gustaría?

(Hombre) –No sé, no se me ocurre nada

(Mujer) – Bueno che, es tu hijo, pensá un poco

(Hombre) – (uhhh, como rompe las pelotas) y… qué se yo

(Mujer) – Roberto, el nombre de la nena lo voy a elegir yo, así que esta es tu oportunidad. Sino el nombre lo lelige mi mamá.

(Roberto) – Ma’ sí, ponele Juan Carlos

De esta manera se ve cómo el padre se desliga de la responsabilidad y “le encaja” un Juan Carlos a su hijo, estereotipándolo desde el momento mismo que sale a la luz. En otras palabras, lo cagó.

En otros lugares, como España o México, donde al igual que aquí debe haber millares de Juanes Carlos, están más cubiertos por el doble apellido. Pero en Argentina ser un Juan Carlos es estar al horno, por lo cual para sobresalir todo cuesta el doble o el triple… solo por ser Juan Carlos, lo cual es muy injusto.

Lo único bueno es que, si uno viaja al exterior (salvo a México o España), cuando ven que uno se llama Juan Carlos dicen “ah, debe ser argentino, como Maradona y Gardel”. Nada más, y a mí, si yo sería un Juan Carlos, eso no me conformaría en lo más mínimo.

Por eso, esta convocatoria a todos a no caer en nombres estúpidos o hirientes, pero tampoco a dejar de usar el Juan Carlos. A usarlo, pero con responsabilidad paterna. Meter antes o en el medio otro nombre, como Luis Juan Carlos, Juan Esteban Carlos o, lo que creo que es una de las mejores opciones: aplicar Carlos Juan, que son dos nombres (uno es poco, tres puede ser mucho) y rima con todo, como canción de León Gieco.

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