jueves, 25 de marzo de 2010

Trajedia globológica

Dios Mío, que tragedia. Estoy mirando televisión y veo horrorizado que le explotó una teta a Florencia Tesouro (que es modelo, gato y no sé si no es también vedet).

Bueno, en realidad fue una implosión, porque reventósele un implante de silicona, reventósele. Pero pudo ser peor, para ella y para todos nosotros o, al menos, los que le pasaron cerca. "Yo pensé que le había caído pesada la comida", dijo el representante.

Ahora me pregunto, ¿qué pasaría si a Silvia Suller, Moria Casán o Susana Giménez le explota una teta? (las dos sería mucho, peor que la prueba nuclear en el atolón de Mururoa).

O peor, si a la Ritó, a Belén Francese o a Moria Casán les explota el culo? Si pasa en el microcentro de alguna ciudad o en un boliche, no zafamos de los 5 mil muertos.

O más peor aún, si a Ernestina Herrera de Noble (con todo respeto), Mirta Legrand (con todo respeto) o Moria Casán (a todo respecto) se les desata el nudo que les hicieron con su propio cuero en la nuca?... sería una película de terror, de lo más real, lo que daría más terror. Se les caería la cara, literalmente.

Ahora la veo a Floppy Tesouro hablando por TV mientras se agarra una teta, que no sé si es que se agarra la goma para no hacer un enchastre de silicona en el piso, o porque está caliente con el notero y se exita así, touching herself, o para calentar la pava ajena. No sé, no sé.

Bueno, la corto acá. No quiero ser como Beatriz Sarlo, a la que le vendría bien una estiradita.

Perdón por la brevedad. Y los dejo para que analicen una histórica frase de Enzo Francescoli del día que se retiró, cuando entre llantos dijo: "yo sé que recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria".

Salutación electoral

15 de foctubre del Año del Señor de 1668, Valle del Jolgorio

Sra Ernestina Vignatti Cullen:

Apenas llegado el barco con las buenas nuevas, se nos erizaron todos los pelos del cuerpo al conocer un nuevo triunfo electoral de la señora Ernesta Vignatti Cullen, que con tanta sobriedad impuso su nombre en las urnas.

Por ese motivo, saludamos desde aquí tan magna victoria en la justa en la que los oponentes seguramente deben de estar arrepintiéndose de haberse metido en este bailongo.

Tampoco dudamos de la bondad de la magna triunfadora, que perdonará la cabeza de los derrotados o los desterrará, solamente. De no ser así, decimos “bien hecho. Mueran los traidores!”, porque al fin de cuentas, respondemos a la humanidad, pero hasta ahí, porque no somos zonzos.

También nos alegra saber que la lista victoriosa la integra el notable comandante Juaquín Phidalgo Hipoglós, quien sabrá establecer la justeza de las decisiones con el filo de su espada.

Sin más, despídome en mi nombre y de la gente que me acompaña, la que no sabe bien a dónde vamos ni por qué, pero que mientras nos movamos está contenta y no se queja.