sábado, 5 de septiembre de 2009

¡Cerrá el orto, puto!


Como escribiera alguna vez Fontanarrosa, no debe haber mejor frase que "puto el que lee esto".

Es algo que no da derecho a réplica, te mata, te hace quedar como un gil. Aunque nadie te vea, te sentís humillado, como un boludo.

Algo parecido pasa con el "cerrá el orto". No todos se vieron sometidos a este insulto, pero cuando se recibe el mismo, uno ya no es el mismo. Ser puteado con un "cerrá el orto" te cambia para toda la vida, y después de eso ya nada es igual. Es más, te pueden decir cualquier cosa que ya nada importa.

Tan es así, que un lugar donde trabajo se ha creado toda una estrategia en torno del "cerrá el orto", una batalla épica entre Elrrodro y Eldaro, en la cual alguna vez varios nos vimos involucrados pero, nobleza obliga, somos simples amateurs al lado de semejantes monstruos de esta práctica milenaria.

Es más, "cerrá el orto" no es sólo un insulto. "Cerrá el orto" es pura actitud ante la vida, es una forma de ser, de moverse, de pensar, de actuar y, claro, una forma de apretar los cantos. Ellos lo entendieron así desde un primer momento, y claro, ahora son los "reyes del canto"

Pocas veces me sentí tan mal cuando caí víctima del "cerrá el orto", pero pocas cosas te pueden hacer sentir tan bien como hacer cerrar el orto a otro. Y acá que no me vengan con que "es una mujer", "es una persona mayor", "es un chico", o "estaba distraído". "Cerrá el orto" no distingue géneros, edades, profesiones, estado civil, color de pelo, o calzado. Es "cerrá el orto" y punto. A llorar a la iglesia, y a no comentar con nadie que te hicieron cerrar el orto, porque se corre el riesgo de entrar en un círculo más precisamente en el medio del círculo y ser víctima de los ataques de todos.

Ni hablar si te hace cerrar el orto un niño. Ante una situación como esa, en caso que no haya nadie cerca, se puede abofetear al educando a modo de aplicación de la "ley del más fuerte", prevista en el inciso C del artículo 47 de la ley Nº 23.344 ("El fumar es perjudicial para la salud") del Código Anal de la Constitución Nacional.

Una vez que te hacen cerrar el orto, ya estás del otro lado, perdiste el invicto y de eso no se regresa. La única medicina posible, a partir de ese momento, es hacer cerrar el orto a otros, es lo único que sacia la sed y que, al menos por un rato, te reconforta. Es la morfina para el moribundo: sabe que se muere, pero por lo menos no sufre tanto. Es como con los vampiros. Una vez que te muerde uno y te hacen vampiro, no podes volver a ser humano, entonces, lo único que te queda por hacer, es chupar sangre (o lo que a cada uno le guste chupar). Salvo que te claven una estaca en el corazón y te mueras, aunque acá hay que hacer dos aclaraciones:

1- Una es que los vampiros no existen, o sea que el ejemplo es al reverendísimo pedo, pero queda muy bien (aclaro que más de uno se hizo clavar con estacas de carne solo para comprobar que no eran vampiros, pero les gustó el tema y así se dieron cuenta que eran trolos).

2- La otra es que no te podés clavar una estaca en el ojete, porque el ojete es un agujero, y en los agujeros no se puede clavar nada, sigue de largo. Además, lo peor ante este tipo de acciones es que el ojete corre el riesgo de agrandarse, dilatarse dependiendo del grosor de la estaca o lo que se que se quiera clavar, con lo cual ya pasa a ser sumamente necesario e imperioso que cierres el orto, y eso es peor, mucho peor, que el "cerrá el orto" insultivo, porque ya es un "cerrá el orto" medicinal.

¿Se entiende la terribilidad del "cerrá el orto" (1)?

Bueno, los dejo. Anden atentos, escuchen, no caigan en trampas que les hagan cerrar el orto. Y les aclaro: el "cerrá el orto" no tiene ningún tipo de validez si es por escrito, el "cerrá el orto" es verbal o gestual (2), y si es cara a cara, tiene más valor. Al momento de aplicar el "cerrá el orto" debe haber conexión en ese momento entre las partes (3). Sino, no vale.

Por cualquier consulta para ampliar sus horizontes o crear estrategias de defensa más sólidas, o simplemente saber un poco más, comuníquense con Elrrodro o Eldaro, los más sabios exponentes de este verdadero arte culinario: eldaro@cerraelorto.com.ar, elrrodro@cerraelorto.com.ar, 0-800-otrorto (6876786)

Y les recuerdo que "en orto cerrado no entran moscas", porque si eso ocurriera, solo Dios sabe la tragedia que devendría.

(1) Es "cerrá el orto" y no "cerrá el ojete". A pesar de que son insultos sinonímicos, la fuerza del "orto" es muchísimo mayor a la del "ojete", tanto, que este último casi no tiene efecto alguno con insulto.

(2) El modo correcto de aplicación gestual del "cerrá el orto", según lo indica el "Manual de Cerrá el Orto para Principiantes", de Marcelo Polino, es el siguiente: la uña del dedo índice debe entrar en contacto con la yema del pulgar, formando un "cero" bien cerrado, que en realidad no es un "cero" sino un "ojete". Mientras, los dedos del medio, anular y meñique deben separarse claramente del "ojete" y, además, estar bien extendidos y separados entre sí -"esto le imprime fuerza a la imagen", dice Polino-, para dejar bien a la vista el "ojete" en cuestión y que no queden dudas que no es un "cero", sino un "ojete".

La otra opción es la utilizada por el maestro zen hindú Leander Buttara Xzi, quien aplicó la versión más dócil: se juntan uno al lado del otro los dedos índice, del medio, anular y meñique, y debajo queda el pulgar, y se efectúa el movimiento ascendente y descendente de el grupo de cuatro dedos hasta que se unen con el pulgar, cuando tocan, vuelven a subir, y sube y baja, y sube y baja, a modo de "bla, bla, bla".

El primer modo gestual hace referencia al "ojete", mientras que el segundo hace más referencia al "cerrá", pero los dos son válidos, aunque el primero es más directo y, por ende, ofensivo respecto del otro, que puede ser aplicado a mujeres, ancianos y niños.
Optar por uno u otro queda a criterio de quien hace cerrar el ojete.

(3) La conexión debe necesariamente ser temporal, pero no espacial, o sea, se puede hacer cerrar el orto a alguien por teléfono o Internet, pero no por carta o dejando mensajitos por ahí.

martes, 1 de septiembre de 2009

Antopología de los travas enanos


He aquí la pluma de un amigo. Y qué pluma. Primera colaboración, y esperemos que siga y que aliente esto a otros sabios a seguir aportando conocimientos, fácticos o no, no importa. Este es el ensayo del filosofo Mostaza de Wisconsin, quien se explayó respecto de la travestitud de los enanos, un tema apasionante. Disfrutenlon y aprendan.

Como parte de la Logia del Gran Basualdo (de la cual, junto al Dr. Vaporeso, nos consideramos acérrimos acólitos) me permito publicar una queja de olvido. Claro, con tanto enano en vilo era axiomático que este tema se le iba a pasar por alto.

Lo que no tomó en cuenta en su análisis, destacado colega, fue que todos lo enanos travas -o sea: todos aquellos que pudieron gambetear con sus cortísimas extremidades un futuro circense- son santiagueños, digamos morochos, por eso cotiza tanto un mediometro tirando a rubión Divana Gloria Style.

Causas:

"Muy allá por el siglo XVIII, en Santiago del Estereo, no encontrabas un trava ni que te cagués"- de esta manera, y con un acento digno de fronterizos, el Licenciado en Todología Milo Ponzón, fiel habitué de la garcha y del anillo enmantecado, abría su póstuma charla-debate mensual en la unidad básica "Amigos de Marito Dellmontte" de calle superAlvear al 2100, y con ella la polémica en el bar.

Es así que teniendo en cuenta el flagelo expuesto, potenciado por el carácter de incogibilidad que impregna a la mujer santiagueña y sumado al hecho de que la única puta cabaretera en stock ("desagradable como una paja con guante de béisbol" tal como rezaba su publicidad radial) era la madre del propio Milo, la población íntegra del dicho terreno provincial resolvió por archivar el órgano (o ensoquetar la chota) en las distintas carnosidades vaginales de la fauna fémina local, como la liebre impenetrable (de 0 a 100 en 22 milisegundos) o el Tití Carreta (bastante más al alcance). Incontables años, otoños y Ocañas ardieron en el infierno de la depravación antes de vislumbrar la reforma en la naturaleza de esta práctica.

Más acá en el tiempo, las autoridades de la ley local de forestación, desarrollo, tradición, familia y propiedad decomisaron 3.500 enanos en estado total de pureza que venían de contrabando en una carreta proveniente de las altas tierras del sur argentino. Su destino eran las boleras de Massachussets (donde ESPN esclavizaba estos especímenes para que le parasen los pinos a cada strike, en sus ya célebres torneos boreales de bolos). Como sea, la carga de la carreta fue mejor a la alternativa de clavarse un bicho salvaje, que a veces mordía y a veces devolvía la culeada y con la ventaja de poder customizar o tunnear al propio enano valiéndose de peluquitas, minifaldas y demás pelotudeces que incrementaban la líbido o fantasía de la población masculina toda. Se establece de esta forma, como costumbre popular, La Culeada del Enano Santiagueño (L.C.D.E.S) que sacando al Plan Quinquenal fue lo mejor que le pudo ocurrir a la Argentina. Una época que marcó a fuego y pija los designios más o menos sexuales de estos borromeos tragapetes.

Podemos afirmar a estas alturas del relato que: la condición de trava para los enanos santiagueños es ya una usanza directamente proporcional al cinto de monedas para los gauchos pudientes.

A modo de conclusión, cerramos con las palabras que balbuceó a las autoridades santiagueñas Sany Coto, el infame chófer que manejaba la carreta: "El enano es el único ejemplar del mundo animal con la capacidad de hacerte una mamada mientras vas caminando "una mamada al paso, je".

Dos hechos fácticos dos de por que los enanos travas son sólo santiagueños:
1- Hace exactamente 3.621 días, La Unidad de Investigación Forense nº 354, dependiente del Servicio Meteorológico de El Palmar, Entre Ríos, descubrió que habría sido un enano trava santiagueño quien le lustró el ñoca a Leonardo Simmons antes de saltar al vacío. "Era eso o un mono muy delicado", reconoció la ex mujer de Simmons 30 años más tarde.

2- Los dichos de la viuda fueron férreamente refutados por los investigadores entrerrianos, aludiendo que: "Aunque el mono haya tenido su domicilio y razón social registrados en Santiago del Estéreo, preferimos creer lo que nosotros afirmamos "para eso nuestros padres nos dieron la posibilidad de acceder a una educación terciaria".

Por Mostaza de Wisconsin