viernes, 9 de octubre de 2009

Miente que algo queda...


Primero: el texto anterior a este (el de las Viejas Chotas) lo escribió otro gran amigo, Chansón Gastard. Lo aclaro, porque no me gusta atribuirme créditos que no me corresponden. Aclaro de paso que desconozco los motivos por los cuales Ernestina Vignatti Cullen (“La Gringa” Vignatti, tal el nombre de la Editora Responsable) “omitió” ese detalle.

Segundo: hoy vengo a desmitificar una frase que se usa mucho, y que tiene muy poco de verdadero. Me refiero a la que afirma que “los chicos no mienten”.

Los chicos SÍ mienten, señora.

Lo comprobé el otro día –aunque no fue la primera vez– con un hecho clarísimo. Se trata del hijo de un amigo dueño de una empresa de casting y de una peletería, recientemente despedido del New York Times.

Resulta que el niño, un verdadero infante, confesó en la intimidad “tener un plan”: MENTIR y culpar a otros de las cagadas que él se manda (adrede o por accidente), entonces zafar así del reto o castigo y proseguir impunemente con sus actividades delictivas. “Ése es mi plan” confesó el menor a una persona de su entorno y que le merece la mayor confianza.

El pibe se dio cuenta que, si miente, todo marcha sobre rieles, aunque le caigan en peso a otro. Un niño sin escrúpulos, inteligente y MENTIROSO. El pibe es un genio.

Entonces, dejémonos de decir esa mentira de que los chicos no mienten. Es una tremenda pelotudez de la que se agarran los mayores para culpar a otros mayores de cosas inconfesables.

Los chicos sí mienten y, lamento decirle esto señora, señor, pero si su hijo no miente, es un pelotudo. Enséñele a mentir, porque sino en la vida no va a llegar a nada y le van a vivir rompiendo el orto.

Los curas y las monjas curas mienten. El papa miente. Las abuelas mienten. Las madres mienten. La Biblia miente. Mirta Legrand miente. Hasta Perón mintió alguna vez. Entonces, si todos los seres puros (o al menos los menos malos de este mundo) mienten, ¿por qué no han de mentir los chicos? Está en su naturaleza mentir porque es parte del instinto de supervivencia. Por eso, si no miente, es un lelo.

Después, dependiendo de la utilización que haga de la mentira, podrá ser un inocente niño o un terrible hijo de puta. Pero así y todo, queda la tranquilidad de saber que es normal.

No siempre hay que mentir, pero tampoco hay que decir siempre la verdad, porque una mentira bien aplicada, es una verdad políticamente correcta.

Concluyo entonces refutando aquello de lo que “los chicos no mienten”, y afirmo: ”los chicos sí mienten, lo cual es un signo de normalidez. De lo contrario, vaya al médico o resígnese a tener a un estúpido en casa.”